José Miguel Benavente

Retorno de los becarios

Por: José Miguel Benavente | Publicado: Miércoles 30 de enero de 2013 a las 05:00 hrs.
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A partir de este año comenzará el retorno masivo de los becarios de doctorado que partieron bajo el nuevo esquema de Becas Chile. Este programa, que fuera implementado al final de la administración anterior, buscaba incrementar en una orden de magnitud la cantidad de muchachos que fueran a estudiar en el extranjero.



En esta misma vitrina he levantado el punto de que el Estado chileno no sólo debe ofrecer financiamiento para alumnos talentosos que deseen especializarse, sino que también debe velar por un cercano seguimiento del desarrollo de sus estudios. Ello no sólo para dar cuenta de que se cumplan los objetivos del programa, pero también conformar una plataforma de apoyo para los muchachos los que están sometidos a mucha presión, natural en los estudios de doctorado.

Pero uno de los elementos más relevantes y, que permite la realización de los beneficios sociales asociados a la existencia de becas, tiene que ver con la reinserción una vez terminados los estudios. En efecto, el apoyo de los muchachos talentosos que parten a estudiar afuera se hace bajo la premisa, de que volverán a su país a devolver la mano. Obviamente contar con un entrenamiento a nivel de doctorado en general, mejora las condiciones de vida de los becarios. Mejores ingresos, mayores posibilidades de emplearse en instituciones prestigiosas, tanto públicas -como universidades o en el Estado, como también privadas, como empresas con orientación tecnológica o laboratorios privados.

Pero la principal justificación de que usted y yo, a través de nuestros impuestos financiemos a estos talentos es que a su vuelta lograran mejorar el nivel de conocimiento que tiene nuestra sociedad. En sus labores ya sea como docentes, investigadores o simples ciudadanos impactan a su alrededor, pues han tenido la oportunidad no sólo de perfeccionar sus conocimientos, sino de vivir otras culturas, estar sometidos a situaciones difíciles y salir airosos de ellas, como también generar efectos de demostración en otros que con disciplina y responsabilidad se pueden lograr importantes cosas.

Cabe notar, eso sí, que cada beca le cuesta al fisco -es decir a todos nosotros- cerca de $ 100 millones, si se considera la matrícula, la mantención y otras inversiones como viajes y libros. No es poco dinero si se piensa lo que se podría hacer con ello en programas de educación básica y salud, sólo por mencionar algunos.

Los muchachos, al recibir la beca, se comprometen a regresar al país, una vez terminados sus estudios. Esta exigencia es obvia, pues es la manera de que los efectos deseados finalmente ocurran. Pudiese pasar que para algunos de ellos sea más atractivo quedarse fuera pues se les abren infinitas oportunidades laborales, mejores salarios, estar conectados con científicos respetados y vivir una cultura diferente. Y privadamente, y libremente, puede ser una buena idea para ellos quedarse. Pero no hay que olvidar que el Estado chileno siempre debe buscar el interés general por sobre la agregación de los intereses particulares. Y es por ello que existe y se exige dicha regla.

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